Ciruela (Prunus doméstica L.). Fruto del ciruelo, árbol de la familia de las Rosáceas que alcanza hasta 5 m de altura. Se trata de una drupa de forma redondeada u oval, de hasta 7 cm de diámetro, con un hueso leñoso que contiene una semilla no comestible en su interior.
No existe unanimidad en cuanto a su origen, aunque la mayoría de autores afirman que procede del Cáucaso, Anatolia y Persia desde donde fue introducida en Italia (149 a.C.), extendiéndose pronto por toda Europa. Fue conocida desde muy antiguo. Los etruscos cultivaron en su época el ciruelo silvestre, del mismo modo que se hizo en Egipto. Los romanos que ya conocían diversos tipos de ciruelas, aumentaron la variedad y mejoraron su calidad mediante injertos.
En la actualidad, existen más de 200 variedades, pero la reina de las ciruelas, por su sabor y calidad, es la variedad llamada ´claudia´ en honor a la reina Claudia, primera esposa del rey Francisco I de Francia.
Las ciruelas se pueden clasificar en función de su color en ciruelas amarillas (de sabor ácido y abundante jugo), ciruelas rojas (muy jugosas y de sabor más dulce que las anteriores), ciruelas negras y ciruelas verdes (Claudias, de carne firme y jugosa y gran dulzor).
Pese a que tradicionalmente la ciruela es un alimento ampliamente aconsejado en casos de estreñimiento, su efecto sobre los movimientos del intestino debe considerarse como leve. Su efecto como laxante suave se ha observado en pacientes de edad avanzada mediante la ingesta de ciruela en su forma seca o en forma de mermelada. Este efecto, puede ser debido a la combinación de diferentes compuestos presentes en gran cantidad en la ciruela seca. La ciruela seca contiene una gran cantidad de fibra (16g por cada 100g de ciruela seca), compuesta mayoritariamente por pectina (que absorbe agua en el intestino aumentando el volumen de las heces y favoreciendo la evacuación), pero sobre todo a su contenido en sorbitol y en compuestos fenólicos, sustancias que estimulan suavemente los movimientos peristálticos del intestino, facilitando el tránsito intestinal.
Las ciruelas, aportan además, ácidos hidroxicinámicos, entre los que destacan los ácidos cafeico y p-cumárico, y en menor cantidad, ácido ferúlico. También se han aislado en las ciruelas isómeros del ácido clorogénico como el ácido neoclorogénico y el ácido criptoclorogénico. Pese a que estos compuestos han demostrado en estudios "in vitro" ser efectivos agentes antioxidantes y de proteger frente a la oxidación a las LDL-Colesterol, se requieren estudios en humanos para confirmar dichos hallazgos.
Las ciruelas rojas contienen además antocianinas (que se localizan en la piel y son responsables de color), compuestos con actividad antioxidante. El consumo de alimentos ricos en compuestos antioxidantes se ha asociado a un menor riesgo de enfermedad cardiovascular.
Fuente: Asociación 5 al día
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